miércoles, mayo 25

Si alguna vez alguien antes de conocerlo, me hubiera dicho que me iba a hacer renegar tanto, no lo habría creído. Ya van dos años y contando desde la primera vez que nos vimos, aquel verano a donde empezamos a recorrer el mismo camino, luego de algunos tropezones. Jamás hubiera pasado por mi mente que nos íbamos a entender tan bien, tan rápido... Y hoy, con qué sorpresa que me encuentro. ¡Cómo cambia la gente! Es muy larga la historia como para contarla en un solo día. Además de que también es compleja para entender. No es el caso. Lo que sí me importa es más que nada, tratar de comprender el por qué. ¿Por qué se empeña en hacerme creer cosas falsas todos los días? ¿Por qué cambió tanto en tan poco tiempo? ¿Por qué ya no es el mismo? ¿Por qué ya no me trata igual que al principio? Es tan doloroso imaginarse que alguien voga que es tu amigo y en verdad nunca le interesaste un carajo. Según él, la amistad pasa por la confianza. Yo he confiado miles de veces todas mis cosas en su persona. Y eso ya es un grandísimo paso viniendo de mi que no le hablo ni a mi sombra. "Yo te considero mi amiga, pero yo ¿soy tu amigo?" me dijo hace poco. Sinceramente en el momento pensé que sí. Porque jamás hubo dudas de que confiaba en él, de que siempre me gustó reirme a su lado y sobre todo que lo quería. Pero hoy, puedo contestarle esa pregunta que dejé inconclusa entonces, que solo evadí. No. No es mi amigo. No, porque un amigo no pregunta, un amigo va directamente. No, porque un amigo no tiene secretos, tiene verdades. No, porque un amigo no esconde lo que siente, te lo cuenta con detalles. No, porque un amigo no busca consuelo en otros, se lanza sobre tus hombros a llorar. No, porque un amigo te valora y te quiere. No, porque un amigo te pregunta sinceramente cómo estás esperando oir la respuesta, sea cual sea y no solo por compromiso. Y ahora que lo pienso detenidamente, nunca se interesó en mi de verdad. Siempre la eligió a ella. La que parece que es más su confidente que su compañera. ¡Cómo me gustaría que me hablara así! A ella sí le cuenta todo. A ella sí le hace bromas. A ella sí le confía sus secretos. A ella le pregunta por sus cosas. A ella le dice sus miedos. A ella le pide consejo. Y consuelo. A ella la quiere. Y de corazón. Ella sí es su amiga, no como yo. Muchas veces pensé que era una loca celosa y envidiosa por ansiar la relación que ellos tienen. Y hasta a veces me sentí tan mal por no compartir su amistad. Qué gracioso resulta ahora pensar en esos días a donde creí que la historia podía ser para tres. Cuando me sentía incorporada a su amistad. Y también qué golpazo duro, durísimo que me di al ver que sobraba... Es ahora que me doy cuenta cuánto que estaba demás esas noches los tres. Me sentía incómoda, imposible. Y por eso viene a mi mente en este momento la imágen de una Manucha conmovida por su realidad, plantándose en frente de todo el Seminario de Metas, por primera vez. Sin tener noción de qué hacía ahí la pobre de Lucía, sola y abandonada. Una Lucía que siempre reclamó una igualdad de trato de su madre, que prefería a la pequeña Irina, la perfecta, como ella. Y dijo algo muy cierto al pararse frente a todos. "Lo peor que le puede pasar a una persona, es sentir que sobra. Sentirse que no encajas y que los que te rodean te rechacen. Así me siento yo". Y yo también. Yo también siento que sobro y que no encajo en muchos aspectos de la vida. Pero más que nada y porque por esto paso hoy, siento que sobro con ellos. Si él la eligió, perfecto. Será mejor que yo. Pero no me hagan sentir parte de algo a lo que estoy ajena. Algo de lo que nunca entiendo cuando hablan. Algo que jamás será como yo. No me engañen ni me mientan. No me usen ni me lastimen. Por ahí pido mucho. Pero solo es lo que creo que merezco. No sentir que sobro...

1 comentario:

  1. "Yo también siento que sobro y que no encajo en muchos aspectos de la vida."
    HOLA.

    ResponderEliminar