domingo, mayo 22

Tantas veces me sentí el patito feo de la familia... Que si era más gorda, o más flaca, que si tenía novio, o no, que si estudiaba mucho o me llevaba hasta el timbre...
Nunca conformaba a nadie como era. Y no me importó no hacerlo. Siempre fui feliz siendo como soy, el cisne negro. La porción de maldad de todos los blancos que andaban por ahí. De todos los perfectos que siempre tienen todo en todo momento. Todos aquellos que fingen interés en mi, con una sonrisa para complacer, pero sin la mínima intención de ayudar. Todos aquellos que siempre se pavonean al decir que son amigos, que están cuando los necesite, para oir y prestar un hombro cuando es necesario llorar. A todos ellos les digo que no los necesito. No necesito su falsa amistad, su compasión y su lástima. No me hace falta que traten de actuar frente a mi como si fueran grandes personas, cuando en verdad se parten de la maldad que les corre por dentro. Yo no seré la mejor, ni la que todos elijan, pero me quiero y me valoro. Y está bien, prefieran a esas que son iguales a ustedes, a otros patitos bonitos, a otros cisnes blancos que andan por el mundo pregonando su bondad y su dulzura, su buena onda y su belleza. Seré la más cruel, la más fea que exista, pero así soy feliz. Digan lo que digan, no cambiaré para darles gusto. Mis pocas plumas negras pueden decorar mejor mis días que sus cientas de hermosas plumas blancas. Ya no se esfuercen. ¡No los necesito!

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