domingo, febrero 24

Cambios. Cambio de casa, de ciudad, de amigos, de conocidos, de desconocidos.. Cambio de vida. Eso es lo que pasa cuando uno decide crecer, avanzar, progresar, mejorar. Y es difícil, muy. Sé que es necesario para lograr ser alguien el día de mañana, pero ¡cómo duele!. Duele despegarse de lo suyo, de lo que siempre fue así y que no tendría por qué ser de otra forma. Esas cosquillas en el estómago al despertarse en una cama que no es tuya, rodeada de paredes que no se parecen nada a las que dejaste atrás, escuchar el silencio de las voces que no te dicen un cálido "buen día", o los sonidos extraños que produce la lejanía del hogar. Ese nudito en la garganta cuando te das cuenta de que no es un sueño, ni que te vas a despertar. Sino que es la realidad. Cruda y cruel realidad que te muestra a dónde te toca estar parada hoy. Y con esto, vienen momentos felices, que apagarán las cosas malas y tristes. Que enterrarán ese pasado feo que una busca dejar atrás, pero que insiste a cada instante en regresar, en hacerse presente con su tortuosa forma de recordarte todo lo que sucedió a menos de un año atrás. Sacar lo tóxico es lo que nuevamente debo hacer. Borrar de la memoria los recuerdos y hacer a un lado lo que me hace mal. 
Suficiente es con tener que empezar una vida nueva, como para tener, encima, que lidiar con la vieja.  



{Volveré a la vida de Blogger, aunque sea para escapar}