miércoles, septiembre 18

La vida te sorprende, siempre te sorprende.
Hoy, después de muchas ausencias no deseadas, o quizás posibles de evitar, vuelvo a escribir por deseo, por gusto, por motivación y por inspiración. Escribo desde la felicidad, desde los momentos bellos que te regala la vida. Desde las sorpresas que aparecen cuando una no se las esperaba.
Hacía mucho que no sentía esa cosquilla en el estomago, esa sensación de emoción, ansiedad. El revoloteo de mariposas diminutas que quieren quedarse a vivir ahí. Es como cuando terminas de comer tu plato favorito y la saciedad que te queda al finalizar el último bocado, rellena de alegría todo tu abdomen. Así es como me siento hoy.
Esta mañana comenzó como todas, o como ninguna. Nada me despertó fuera de mi cama, ni nadie estaba a los pies esperando por mi. Solo él, ahí adentro, en mi mente. 
Desapareció en el momento justo que sonó el despertador, pero aunque no estaba en realidad y tangiblemente, sé que puedo traerlo y evocarlo cuando quiera.
Cierro los ojos y lo veo. Veo esos ojos profundos, verdes como esmeraldas, hermosos y penetrantes, resaltando entre su piel morena, tostada por naturaleza, de un trigueño color caramelo, que ni el sol del caribe sería capaz de lograr. Y esa sonrisa, la difícil de conseguir, la que se asoma de los labios con timidez cuando algo te recuerda a alguien del afuera. 
No es amor, pero tampoco es obsesión. No es más que esa "cosa" que te hace sentir feliz.
Él no lo sabe, y quizás nunca lo sabrá. Simplemente me conforma el estar segura de que cada vez que lo quiera, lo tendré con solo parpadear, con solo desear que aparezca en mis sueños, y en mis más profundos anhelos.
La felicidad no es un estado, es una construcción, un hecho y una acción interminable e ininterrumpida. Yo soy feliz, y me siento feliz. Sin necesidad de nadie o de nada, y muy a pesar de que él no conozca mi existir ni mi sentir, me deja tranquila la sensación de saciedad, de estar tan llena y tan plena, que si nunca se enterara, sería igual, porque para mi, está conmigo, despertándome al pie de la cama con esos ojos verdes que me pueden cada día más.