lunes, octubre 8

A veces me siento extraña en mi propio cuerpo. ¿A alguien mas le ha pasado que este pareciera no ser un planeta diseñado para una? A mi sí. Y mucho últimamente. Me siento descolocada, en otra órbita, en otro lugar. Como quien diría, sapo de otro pozo. Sola. Tan sola que ni toda la gente que me rodea alcanza a llenar el vacío en mi alma. Es como una tristeza, aunque ya no duele. Es como un agujero, aunque ya no estoy hueca. Creía que algo lo llenaba, que alguien lo llenaba. Nadie. De nuevo. Esos ataques de melancolía. Sueños que se tornan en pesadillas a donde la mato a golpes, o a donde él vuelve a mi, arrepentido. Deseos ocultos de que el pasado se repita para hacer las cosas diferentes, quizás. O simplemente esperar un golpe de suerte del destino. Que me deje volar y ser libre de este karma, de esta condena. A algo. O a alguien que cambie mi suerte. Mi muy mala suerte. Capaz me quejo sin motivo, sin sentido para quien vea desde afuera. Y eso tal vez sea la razón de mi abandono y mi eterna soledad. Soy tan distinta al resto, que ya no quepo en ningún lugar. Me cuesta tanto adaptarme a lo que el resto quiere de mi, que a veces siento que no puedo respirar. Me ahoga. Me asfixia. ¡Qué grandísima mierda! Sentirse mal otra vez. Aunque este mal, solo es de la mente y no del corazón como la última vez. Un poco de ventaja, la mente sana mas rápido que el alma. Y si no, no soy la única así. Espero que esta sensación se vaya rápido. Es tan extraño sentirme tan así. Tan extraterrestre. Tan marciana. En un mundo lleno de ranas, yo soy un sapo. De otro pozo. De mi propio pozo, del cual espero salir antes que sea tarde, muy tarde.

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