domingo, marzo 25

Me cansé. Harta, otra vez. Y sigo sin entender, mejor dicho sin entenderme. ¿Por qué volví a caer? ¿A creer que podía ser distinto? Bueno por una vez en la vida. Si ya sabía que así terminaría, otra vez. Las personas no cambian así porque sí. No somos mejores ni peores de un día para el otro. Igual, veo que eso tan simple, no me entra en esta cabezota dura. Tan dulces palabras. Que digo palabras, MENTIRAS. Eso era lo que eran. Un engaño que otra vez atacó mi corazón. No hay forma de dejar de pensar, de olvidar. Porque justo cuando estaba lográndolo, aparece de nuevo. Y arruina mi vida. Arruina lo que había conseguido superar. Sinceramente pienso que le gusta verme mal. Sufrir, llorar. ¿Hay alguien en el mundo al que le de tanto placer hacer mierda a alguien? Si la respuesta era no, pelearía a muerte que por lo menos un hombre sí lo es. Es tan difícil creer que volví a cometer el mismo error. Porque la primera vez puede ser una equivocación, pero la segunda fue una elección. Qué torpe elección si debo decirlo. No me pondré el saco de la víctima, yo elegí esto. Aunque no soy culpable de que con solo dos palabras me tuviera de nuevo en sus manos. Que no pudiera decirle que no a nada. Que sea vulnerable a todo lo que a él se refiere. Que sea tan sensible a sus ofensas. Que lo ame así, tan profundamente. Nunca lo dije, nunca lo admití. Pero en el fondo de mi alma, sé que lo amo. Y las lágrimas me llenan los ojos, porque sé que él no siente igual. Ni siquiera un afecto, aunque eso dijera. Solo fui su juguete, una vez más. Me usó y me tiró, otra vez. No me caben palabras de descripción. Cualquiera diría que soy masoquistamente idiota. Y sí, ya lo creo. Eso seguro es lo que soy. Pero, ¿qué puedo hacer si en el corazón no se manda? Suena cursi, ridículo y hasta patético, pero es la realidad. He luchado, y he caído. Peleé hasta casi morir, de dolor, de desilusión. ¿Y para qué? En vano. Porque no fui correctamente recompensada, o por lo menos no como esperaba merecerlo. Tan ilusa, tan ingenua. Pero al fin y al cabo, así es como una es cuando se trata del primer amor ¿no?. Se cree que es para siempre, para toda la vida. Y a pesar de que de dientes para afuera lo negué, con el alma sabía que tenía caducidad. Qué cruel es que existan seres humanos tan insensibles. Parece de piedra, lo juro. Y lo peor: ¡cree que yo también lo soy!. Pero no, nada que ver. Yo sí siento.Yo sí sufro. Yo sí amo. Yo sí disfruto. Yo sí era feliz. Sonreía como tonta, sin motivo. Cantaba, hasta sin música. Estaba siempre de buen humor. Salía y bailaba. Perdí tantas cosas por él. Sacrificios que nunca vió, nunca valoró. Espero solo que la vida no sea cruel, y le permita ser feliz a pesar de haber perdido una oportunidad única, a alguien que sí tenía un corazón lleno de amor para darle. Yo, por mi parte, ya me cansé. Me cansé de pelearla. De remarla. De sufrir y llorar en silencio. De aguantar que sea más histérico que una mujer. De tener siempre que ser comprensiva. De no pelear. De esperar. De tener esperanzas. De ponerle el pecho a las balas. De hacer oídos (y muchas veces ojos) sordos a todo lo que me hacía mal. De amarlo en cuerpo y alma. De entregarme toda cada vez que me buscaba. De ser la idiota que no sabe decirle que no, la que no sabe cortarle las llamadas o no contestarle los mensajes. Esta estúpida que pasa todo el día pensando en el mismo imbécil que ni se acuerda de que respiro. Es una impotencia tan grande amar así. Porque ya está asumido, ya no me da vergüenza decirlo, lo amo. Como nunca amé a nadie, y como quizás nunca más vuelva a amar. Sí, me enamoré como una ingenua. Como una pobre estúpida. Cada vez que lo veo, se me paraliza el mundo. No serán mariposas, pero seguro algún bicho hay. Mi estómago salta al verlo y se me acelera el corazón. Y ahora que lo pienso, hasta me río, como para dejar de llorar. Resulta hasta cómico imaginarme, ¿cómo me veré? ¿cómo me verá él cuando está frente a mi?. Debe ser patético. A veces me doy lástima. Sé que no debo sentirlo así, mi cabeza me lo repite unas quinientas veces por segundo: EL PROBLEMA NO SOY YO, ES ÉL. Él es el que no me valora. Él es el que no me aprecia. Él es el que se lo pierde. Pero mientras lo descubre, la que sufre como perra soy yo. Y solo yo. No debo caer en el pozo de nuevo. Ya sé cómo sigue la historia, conozco el final. Puedo anticiparme, ser esta vez yo la que decida, la que ponga las reglas del juego. Para por una vez, no perder. Aunque sinceramente, ya estoy perdida.


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