"Si paso y no dejo huella,
¿para qué paso?"
Tal vez nunca nos pusimos a pensar por qué pasa lo que pasa, tal vez nunca reflexionamos si el camino que decidimos tomar es el adecuado. Pero todo aquello que hagamos o dejemos de hacer, tendrá un impacto en nosotros y en los demás. Pensemos más allá de nuestros ojos, guíemos nuestra mirada por nuestro corazón, de vez en cuando no oigamos al cerebro, oigamos a los sentimientos, bailemos y cantemos sin miedo al ridículo, porque sería más ridículo no hacerlo. No tengamos miedo a errar, tengamos miedo a no intentarlo, porque no se puede volver hacia atrás, recordemos siempre: ¡el hubiera no existe! Si yo hubiera ido, si hubiera visto, si hubiera reído, si hubiera cantado, si hubiera soñado, si hubiera intentado...
¡Sonrriamosle a la vida! y si sentimos que la vida no nos sonríe de vuelta, enseñémosle cómo se hace, no bajemos los brazos ante nada, ni aún el más vencido está vencido ni hasta en el último momento porque hasta el minuto del final tiene sesenta segundos que aprovechar. No nos quedemos con las ganas de nada, el tren puede ser que pase solo una vez, saltemos del andén al destino, sin mirar hacia atras. Y sobre todo, seamos felices, hasta con la más mínima cosa de nuestro día a día. Leamos en una gota de lluvia una historia de amor, soñemos en una brisa de verano con un cuento de hadas, veamos en un atardecer el ocaso de las cosas que deben irse y contemplemos el amanecer con todas las ganas de amar profundamente a esas cosas que deben quedarse. Y vivámoslas, como si fuera la última vez...
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